La ley del menor habla del lugar donde el procedimiento de legalidad de la justicia encarnada en una jueza de familia entra en conflicto con el derecho de un adolescente a rechazar la transfusión que le salvaría la vida. Puesta en el lugar de decidir, la jueza debe optar por inyectarle la vida contra su voluntad, o aceptar la opinión del adolescente. La culpa, la crueldad y la violencia son retratadas desde una encrucijada ética.