La ley del menor, Ian Mcewan (2015)

La ley del menor habla del lugar donde el procedimiento de legalidad de la justicia encarnada en una jueza de familia entra en conflicto con el derecho de un adolescente a rechazar la transfusión que le salvaría la vida. Puesta en el lugar de decidir, la jueza debe optar por inyectarle la vida contra su voluntad, o aceptar la opinión del adolescente. La culpa, la crueldad y la violencia son retratadas desde una encrucijada ética.

Anna, Niccolo Ammaniti (2016)

En esta novela distópica, de un mundo poblado mayoritariamente por niños, los miedos, los peligros y las violencias se combinan en el viaje que emprende Anna para intentar salvar a su hermano pequeño. Ante la desvastadora propagación de un virus que mata a las personas adultas y que los niños incuban sin que les afecte hasta que crecen, la pregunta que recorre toda la trama es cómo sobrevivir sin el cuidado y la protección de los adultos.

El juguete rabioso, Roberto Arlt (1926)

En el prólogo a Los lanzallamas, Roberto Arlt sostiene: «Crearemos literatura, no conversando continuamente de nuestra literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un ‘cross’ a la mandíbula”. El juguete rabioso expone una violencia económica inicial: un niño, Silvio Astier, debe trabajar en un mundo en el que es constantemente humillado. La novela, con signos que remiten a la picaresca, retrata desde distintos ángulos el vínculo ineludible entre la literatura, el delito y la traición. Es así que una escena paradigmática es el robo, del que participa el protagonista a sus 14 años, a una biblioteca, un espacio vendido como público. En ese robo se esconde la alienación de un sistema en el que el acceso a la cultura, en verdad, no es para todos.

“El chico sucio” y “Bajo el agua negra” en Las cosas que perdimos en el fuego, Mariana Enriquez (2016)

En los cuentos de  Las cosas que perdimos en el fuego, la escritora argentina Mariana Enríquez busca tender puentes entre el terror, lo fantástico y la crónica de la cruda realidad argentina. En particular, en dos de sus cuentos “El chico sucio”, donde una mujer en Constitución busca ayudar a un niño de la calle, y “Bajo el agua negra”, en el que dos jóvenes son arrojados al Riachuelo por la policía , se desprende que no hay salida de esa violencia porque no existe puente posible entre clases sociales, entre mundos. 

Cometierra, Dolores Reyes (2019)

Cometierra es una novela donde lo fantástico se cruza con la violencia estructural de la sociedad. La historia comienza con la muerte de la madre de la protagonista, víctima de violencia de género en el seno familiar. Su hija, Cometierra así la llaman , tiene el poder de tragar la tierra y encontrar los cuerpos. De jóvenes desaparecidos y, sobre todo, de mujeres quebrantadas, violentadas. En la responsabilidad por ayudar a las familias de los muertos, ella se encuentra con el hombre que golpeó hasta asesinar a su mamá.

Mi planta de Naranja Lima, José Mauro de Vasconcelos (1968)

La novela relata la historia de Zezé, un niño que un día descubre el dolor y se hace adulto de repente. Su padre se quedó sin empleo, su madre trabaja todo el día y sus hermanos mayores le pegan cada vez que hace una travesura. Cuando Zezé se siente triste se refugia en su planta de naranja lima. Los sueños, el sufrimiento y las emociones del protagonista retratados con poesía en el contexto de la extrema pobreza del Brasil.

Space Invaders, Nona Fernández Silanes (2014)

En esta novela, Nona Fernández hace alusión al juego de Atari popularizado en los ochenta, para hablar de la memoria y de la vida de los niños durante la dictadura de Pinochet en Chile. El relato recupera la historia de un grupo de chicos que tenían 10 años en el momento del golpe militar. El foco está puesto en los modos de recordar de los distintos compañeros de colegio, especialmente a una niña, hija de un militar represor. Desde los distintos fragmentos que recrea cada niño, la novela aborda la atroz cotidianeidad de la dictadura chilena, a partir de la violencia diaria que se expresa a través de los funerales, los ataúdes, el orden del liceo, la vigilancia permanente, los silencios, e incluso los propios juegos infantiles.

La casa de los conejos, Laura Alcoba (2008)

Novela autobiográfica en la que Laura Alcoba cuenta sus días cuando era niña y vivía en la ciudad de La Plata junto a sus padres militantes de la agrupación montoneros. Los hechos están narrados desde las memorias de una niña, que a los 7 años pasa con su madre a vivir en la clandestinidad. Situada en los años previos al golpe de estado del 76 en Argentina, la novela cuenta cómo la situación política y la violencia estatal atraviesan y transforman por completo la vida de esta niña, quien es tratada como adulta y en ese transcurrir entre el miedo y la alteración total de su vida, pierde hasta su propio nombre.

Las fotografías, Silvina Ocampo (1959)

Relato de cuento abreviado sobre la celebración del cumpleaños de 15 de una niña que está en silla de ruedas a causa de una parálisis y espera, junto a su familia, la llegada del fotógrafo que va a retratarla. Cuando éste llega, Adriana, la niña se convierte en un objeto a retratar. La alzan, la llevan de un lado al otro, la rodean con almohadones, pero a nadie le importa lo que le ocurre. A tal punto, que la niña muere y nadie lo advierte. A través de este relato Ocampo aborda la hipocresía social a partir de la crueldad y la violencia del grupo familiar ejercida sobre una niña.