En los cuentos de Las cosas que perdimos en el fuego, la escritora argentina Mariana Enríquez busca tender puentes entre el terror, lo fantástico y la crónica de la cruda realidad argentina. En particular, en dos de sus cuentos —“El chico sucio”, donde una mujer en Constitución busca ayudar a un niño de la calle, y “Bajo el agua negra”, en el que dos jóvenes son arrojados al Riachuelo por la policía— , se desprende que no hay salida de esa violencia porque no existe puente posible entre clases sociales, entre mundos.